Bestia Bebé y Camionero en Studio Theater

Bestia Bebé presentó su nuevo material “Vamos a Destruir” junto al dúo Camionero en Studio Theater.

Texto por Juan Pablo Rodano
Fotografías por Fernando Aciar

Pasadas las 21, Camionero cortó la cinta dando inicio a una noche que prometía y mucho. Rocanrol como para comenzar y continuar. El año pasado pudieron estar en la provincia, pero en esa ocasión lo hicieron en Pétalos de Sol, en el mes de diciembre, haciendo escuchar “Todo lo Sólido se Desvanece en el Aire”, material que vio la luz ese mismo mes. Desde el rock blues hacia otros nortes, la banda de Beccar calentó motores para darle paso a Bestia Bebé.

Destrocen el mundo, desintégrenlo

Bestia Bebé jura derribar todo lo que hay. Es alusivo a la ruptura de lo que está armado, para poder construirlo de nuevo como uno cree que debe hacerlo, sin que nada ni nadie pueda frenarte. 

La noche tuvo su comienzo con una típica canción de cancha que es coreada al unísono cuando las cosas no salen como uno quiere, y que el público de Bestia Bebé adoptó como propia, lo cual es un guiño que sucede cuando se suben a todos los escenarios del país. Que hayan comenzado de esa manera no es casualidad: el fútbol, los autos, los amigos y la fiesta del barrio son algunas de las cuestiones populares que cargan de sentido a la banda de Boedo.

Esta vez, la particularidad radicó en que Bestia Bebé propuso, a través de este disco, salir un poco del estado cursi de “Gracias por Nada” para extraer una mezcla de nostalgia, ficción, romanticismo, ironía, rock pesado y psicodelia pop de este último material, y así poder derramar este exodia de emociones que provoca cosas en el público. 

Si hablamos de las visuales, podemos retomar alguna de las cuestiones populares anteriormente nombradas: por ejemplo, en “Lo Quiero Mucho a Ese Muchacho” vimos proyectadas escenas de “Supercampeones”, en “Gracias por Nada” un fiat 500 dando vueltas, en “Un Gran Día” escenas de “Terminator 2”, entre otras.

Bestia Bebé sigue y seguirá su camino de destrucción total, levantando una de las banderas del rock barrial y manifestando -irónicamente- que el rocanrol pasó de moda.