Sig Ragga en Club Paraguay
Que no nos quiten la felicidad, juró Sig Ragga el pasado viernes 13 de junio cuando se presentó, una vez más, en el club de la Cañada. La banda santafesina volvió a Club Paraguay con su repertorio clásico, agregándole el color a su presentación, lo cual la caracteriza.
Texto por Juan Pablo Rodano
Fotografías por Gaspar Bochaka

Entre lo homogéneo y las fusiones: la experiencia
Cerca de las 21.15, Sig Ragga comenzó su show con En El Infinito, luego de una introducción instrumental que movió un poco a la gente presente, la cual esperaba ansiosa.
Sig Ragga ofrece una experiencia completa en todas sus presentaciones, toque donde toque: vestimentas inspiradas en artes visuales y escénicas familiares, rostros plateados y puestas en escena que, en sumatoria con la música, forman la identidad que no escapa de la vanguardia. Lo que se ve de la banda, sumado a lo que se escucha, es totalmente identitario. Juegan con eso. De hecho, los hace conocidos también.
Siguieron con Continuidad de lo indecible, Feliz, Lo Que Has Hecho Siempre y Resistencia Indígena, todo del disco SIG RAGGA (remasterizado en 2013) que mezcla bases de reggae con estructuras de jazz y rock, añadiendo la denuncia marcada que a la banda le gusta en sus letras.
El libre pensamiento como invitación
Así como su creación musical se compone con la libertad de la fusión como base, también libertad es lo que quieren pregonar. Hoy, la libertad como concepto está manoseada, movida, adulterada. Es por esto que Sig Ragga entiende el poder de la música y la creación artística como puente de comunicación: “¿Para usted que habla por nosotros, cuáles son sus prioridades, sus batallas, sus convicciones?” grita Palos y balas, del disco Fotografías (2022) y que tocaron sobre el final, emitiendo un mensaje de reflexión junto a Severino Di Giovanni en una especie de invocación al renacimiento del librepensamiento.
Como una orquesta en descomposición, llegó el final: se desintegró. Lo bueno concluye, pero deja huellas. Sig Ragga lo hizo, una vez más. Le tocó el timbre al tiempo. Si el juego y quienes lo juegan cambian, ellos también, pero sólo de ropa. El pensamiento, las ideas y la lucha quedan, mientras se vuelven canción.



