Winona Riders y Rosa Profunda en Sala Formosa
El pasado sábado tocaron juntos, en Sala Formosa, Winona Riders y Rosa Profunda. En simples palabras, podemos decir que fue una especie de liturgia ceremonial repleta de psicodelia que derrotó a lo banal, a lo frívolo. ¿La sala? Llena. Y cómo no va a repletarse con dos propuestas así.
Texto: Juan Pablo Rodano
Fotografía: Matías Egea
Primer acto: Rosa Profunda
El primer turno fue de Rosa Profunda, banda cordobesa autopercibida como colectivo de producción musical que viene calando en la escena under y que, a su vez, la aborda desde grooves sumamente hipnóticos, consecuencia del uso de sintetizadores y samples de vinilo. Los integrantes de todo esto son: Belén Gómez, Tomás Gaiero, Tobías Caldas, Lucas González y Tomás Sabattini, con la participación de Leonardo Cerioni y Emilia Di Pascuale en la cuestión artística y estética.
Rosa Profunda usa la capacidad de sorpresa para ir por fuera de lo que se considera convencional. Básicamente, la propuesta tiene que ver con algo que sabés que está ahí, pero no sabés de qué forma lo vas a ver y escuchar.

Eso se traduce en desafiar lo típico y normativo que sí pueden llegar a tener otros proyectos, para lograr un valor agregado distintivo.
El toque de telón duró unos 40 minutos, aproximadamente. Repasaron su repertorio basándose en Tensión de Siglo (publicado el año pasado) y Dub de Momo, single que vio la luz en febrero de este año.
Winona Riders en la antesala de Obras

Sobre las 21:30 sube Winona Riders, luego de una pausa entre cambios de instrumentos, plomos circulando y momento de birra. Lo particular de este episodio de Winona Riders en Córdoba tiene que ver con ir ablandando un poco el show de Obras (el próximo 9 de mayo), que, sin lugar a dudas, consagrará a la banda y romperá, de una manera transformadora, todo pasado para convertirse en un camino de crecimiento que va a ir cultivando cosas fuertes.
Los Winona Riders cayeron a Córdoba con la valija repleta de merch y tracks. Canciones extensas que te atrapan y no te sueltan hasta que terminan. Por supuesto, en un pogo intenso. Es la invitación a una experiencia inmersiva. Claramente, esto es a propósito. Nada se deja librado al azar. Es el arte de crear una atmósfera con clima emocional, con tonos fríos, hipnóticos y, a veces, con una cierta oscuridad melancólica que no se resuelve de una manera simple.

En esta ocasión, me tocó ir con mi viejo. Tipo de casi 60 años, poco permeable a las nuevas olas. Le consulté qué le pareció el show y, tímidamente, me respondió: “Me encantó, igual siento que a esto antes lo hizo Pappo y Luca Prodan, salvando distancias”. No me esperaba menos, si de una persona de seis décadas se trata.
Tocaron casi 2 horas. Un montón. Varias de Dorado y púrpura, No hagas que me arrepienta y, claro, de Esto es lo que obtenés cuando te cansás de lo que ya obtuviste.
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